Seamos sinceros...

15 de abril de 2024
 • Publicado por 
Javier García

Hagamos un ejercicio de sinceridad. No se trata de adoptar posturas radicales, ni de utilizar datos más o menos sesgados para justificar opiniones, ni de cacarear mantras irreflexivamente. Se trata, simplemente de poner encima de la mesa datos y hechos irrefutables, para ponernos todos de acuerdo, y comenzar a solucionar problemas que NADIE puede decir que no son problemas.

Y un hecho irrefutable es la contaminación y la acumulación de basura, desperdicios y residuos que el ser humano, en su actividad vital e industrial cotidiana, va dejando a su paso tras de sí. Esto no es opinable, porque existen pruebas evidentes y demostrables de la existencia de este rastro, que al cabo de los años y de los miles de millones de seres humanos haciendo un pequeño gesto cotidiano, han llegado a ocasionar (https://www.iberdrola.com/sostenibilidad/las-5-islas-de-basura-en-el-mundo). Auténticos continentes flotantes de basura, si atendemos solo a la contaminación de los mares y océanos (que del textil en tierra firme, ya hablaremos en otra ocasión).

Bien, atendamos a ese hecho. Lo que está flotando en los océanos es un material que tardará centenares de años en descomponerse. Y esto, llegado el caso, tampoco sería una buena solución si una o varias de las sustancias resultantes de esa descomposición fuese tóxica (cosa que es bastante probable). Capturar ese material flotante y trasladarlo de sitio, tampoco parece una solución demasiado elaborada. Pero, ¿y darle un nuevo uso? ¿Qué pasaría si creamos una industria que utilice como materias primas mayoritarias, materiales que ahora están contaminando nuestros océanos?

Las consecuencias directas serían dos:

  1. La basura adquiere, de repente, valor económico. Eso hace que pueda llegar a ser rentable "cosechar" esa basura. Capturarla, clasificarla, empaquetarla y servirla como materias primas para otras industrias. No suena mal, ¿verdad?
  2. Es necesaria una menor cantidad de plásticos nuevos, para alimentar a la industria. Ya que no se trata de irnos todos a vivir en cuevas y peinarnos con raspas de pescado, sino de que nuestro día a día no se vea afectado en gran medida.

Según ciertas estadísticas, hay cerca de 20 millones de practicantes de surf en el planeta, y cada año hay un millón más. Por otro lado, las ventas de tablas de surf nuevas se cifran en una horquilla de entre 14 y 20 millones de unidades al año. De esos 20 millones de tipos, un altísimo porcentaje confiesa estar "muy preocupado y sensibilizado por el cuidado del medioambiente". Pero solo un porcentaje por debajo del 20% está dispuesto a renunciar a prestaciones de su equipo de surf para favorecer el mantenimiento de ese medioambiente en el que todos vivimos.

De acuerdo, WoodWave acepta el reto. Llevamos casi una década intentando resolver este problema, y estamos muy cerca de conseguirlo. Fabricaremos tablas de surf plenamente funcionales, hechas mayoritariamente con materiales reciclados, sin producir microplásticos, sin utilizar resinas tóxicas, utilizando procedimientos industriales eficientes, y garantizaremos que un altísimo porcentaje del material del que están hechas nuestras tablas, se convertirán en nuevas materias primas para construir nuevas tablas u otros elementos, cuando su vida útil haya concluido. Y lo haremos sin que ninguno de esos 20 millones de usuarios sufra ninguna penalidad; ni en prestaciones, ni en precio, ni en durabilidad.

Eso es WoodWave, y por eso estamos aquí. Si te parece interesante, permanece atento. Te iremos contando nuestros avances. Gracias por escuchar.

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